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Sade

SADE, una marca con casi 100 años de historia en Donostia-San Sebastián, se enfrentaba al reto de renovar su identidad de marca para mantenerse relevante en un entorno moderno, sin perder de vista su legado. La empresa necesitaba unificar la percepción de sus diversas líneas de negocio (cines, hoteles y espacios gastronómicos), a la vez que transmitía la esencia singular de cada uno. Además, el objetivo era posicionar a SADE como un referente de ocio y cultura, tanto a nivel local como fuera de la ciudad, respetando su herencia donostiarra.

Dimos comienzo a un extenso proceso con una fase de análisis llevada a cabo tanto con el equipo de Sade como con su junta de accionistas, colaboradores y gente del entorno, que nos llevarían a los conceptos base de la nueva marca a nivel estratégico y de toma de decisión, y también en tono y en identidad visual.

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Un concepto que siempre estuvo ahí

En primer lugar definimos el territorio de la marca, en este caso, el“DISFRUTE” porque es lo que llevan ofreciendo más de 100 años y porque es aquella sensación que une a sus diferentes líneas de negocio. Una manera de disfrutar sin pretensiones pero de calidad y multidimensional.  Disfrutar de momentos solo para tí o compartidos. De espacios singulares, de la cultura, de los detalles. 

Desde ese territorio el camino hacia la definición de la propuesta de valor de la marca fue breve. ¿Qué hace especial relevante y diferencial a Sade en todos sus negocios?  Ser espacios donde poder disfrutar…Lugares que apetecen.

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El concepto de apetecer nos ayudaba a reforzar la misión de la marca de crear espacios donde la gente no solo se divierte, sino que vive experiencias memorables. Experiencias solo posibles porque en Sade se trabaja desde unos valores comunes que además deben seguir marcando la actitud de marca. Más si cabe en un negocio donde el contacto directo con el cliente es constante. Definimos por tanto que los valores debían también ayudarnos a definir no solo como somos, sino como deberíamos comportarnos de aquí en adelante. El Brand Behaviour de la marca Sade.

 

Un mundo dual con historia y futuro

Y con un mapa de claro de quiénes somos y adonde queremos ir, dimos el salto al mundo visual. Una mezcla clara de tradición y modernidad, guiado por los valores de la marca y el territorio ocioso pero memorable de la marca.

Trabajamos una paleta de colores a dos niveles. Una primera paleta dúo , compuesta por el negro (Sade Black) y el arena (Sade Sand), en referencia directa a la herencia donostiarra. El negro representa la oscuridad de las salas de cine, mientras que el color arena evoca las fachadas características de la ciudad. 

Por otro lado, en las líneas de negocio (cines y hoteles), se utilizaría una paleta secundaria más dinámica,  con colores que mantienen una conexión simbólica con Donostia y las experiencias que ofrece Sade. Una dualidad que también aplicamos para la eleccion de las tipografias corporativas que son un contraste entre tradición y modernidad.

Una ciudad que se disfruta

Definimos un estilo fotográfico para la marca, una que resalta la singularidad de sus espacios y el disfrute de las personas en ellos. Centrándonos en los detalles que hacen especial cada uno de sus proyectos y en actitudes relajadas y espontáneas de los clientes, mientras que las imágenes de Donostia refuerzan la conexión emocional con la ciudad y la marca.

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Un tono de voz que se adapta

En cuanto a la identidad narrativa, trabajamos el tono de voz graduado según el entorno de uso de la marca. Es decir, el tono de Sade fue adaptado a cada línea de negocio. Mientras que en su faceta corporativa el tono es profesional y meticuloso, en sus áreas de ocio y entretenimiento (cines y hoteles) es más emocional, positivo y cercano. En estos sectores, se busca conectar con las emociones del público, destacando la experiencia por encima de los detalles técnicos.

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Cuestión de arquitectura

Pero este proyecto de Sade no fue simplemente un rebranding, sino también una reflexión profunda sobre su arquitectura de marca. Con el deseo de expandirse y llegar a nuevos lugares y personas, la marca necesitaba una estrategia que no solo unificara y modernizara su identidad, sino que también permitiera flexibilidad para las particularidades de cada línea de negocio, desde los cines hasta los hoteles y espacios gastronómicos. 

La pregunta clave era: ¿Qué arquitectura de marca beneficiaría más a SADE en este proceso de crecimiento? La respuesta se encontró en un modelo de endoso flexible, que le otorga cohesión a la marca madre sin sacrificar la singularidad de sus sub-marcas. Esta estructura proporciona claridad y consistencia, mientras respeta la individualidad y la personalidad de cada una de sus áreas de negocio.

En conclusión, el rebranding de Sade ha logrado modernizar su identidad sin perder su esencia y la nueva arquitectura de marca ayudarla a competir mejor en un futuro que se prevé de crecimiento. A través de una narrativa coherente, una paleta de colores simbólica y un estilo visual cuidadosamente pensado, tanto la marca principal como las líneas de negocio consiguen transmitir su propuesta de valor: ser un referente de disfrute, detalle y conexión con Donostia. Este proyecto refleja una evolución constante, que mantiene a Sade fiel a sus raíces mientras se adapta a las expectativas del público actual…y el futuro. Porque Sade pretende ser una marca que crece, y sobre todo que quiere seguir apeteciendo.

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